“¡Qué grande es la fe de los Magos!
¡Qué seguros están de la luz que el Espíritu del Señor encendió en sus
corazones! Con cuánta tenacidad la siguen. Con cuánta coherencia buscan al
Mesías recién nacido. Y cuando finalmente llegaron a la meta, "...se
llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al Niño con María, su
Madre, y, cayendo de rodillas, lo adoraron; después, abriendo sus
cofres, le ofrecieron regalos: oro. incienso y mirra" (Mt 2,
10-11).”
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