domingo, 31 de marzo de 2024

Resurrección - un nuevo comienzo

En esta noche de Resurrección todo vuelve a empezar desde el "principio"; la creaciónrecupera su auténtico significado en el plan de la salvación. Es como un nuevo comienzo de la historia y del cosmos, porque "Cristo ha resucitado, primicia de todos los que han muerto" (1 Co 15,20). Él, "el último Adán", se ha convertido en "un espíritu que da vida" (1 Co 15,45).

(Juan Pablo II Vigilia Pascual 19 de abril 2003)

sábado, 30 de marzo de 2024

Que significa levantarse?

 

 ¿Qué significa "levantarse"? Significa, ante todo, salir del caparazón de una condición que nos mantiene estancados, para adquirir la plena medida de ser hombres y mujeres , según el plan divino. Significa reaccionar a la tentación de encerrarse en la lógica del propio beneficio personal, que nos aleja cada vez más de la verdadera identidad, hasta hacer a la persona irreconocible, olvidando completamente el "nombre". ¿Qué nombre? El nombre que todos llevamos, que cada uno de nosotros lleva: hijo de Dios, este nombre está profundamente grabado en nuestro corazón; está esculpida por Jesús a través de su Evangelio, su estar con nosotros a través de sus obras y sus palabras y sobre todo a través de su Cruz y su Resurrección. Ese nombre: hijo de Dios, hijos e hijas de Dios Levantarse significa emprender un camino , un camino de investigación y de liberación, de lucha contra el propio egoísmo y de apertura a los hermanos. Todos pueden emprender este camino de conversión y renovación. 

(Juan Pablo II Visita pastoral a Sicilia – Encuentro con los jóvenes)  

martes, 26 de marzo de 2024

Vida cristiana? De que se trata

 

«Toda la vida cristiana es como una gran peregrinación hacia la casa del Padre, del cual se descubre cada día su amor incondicional por toda criatura humana, y en particular por el "hijo pródigo" (cf. Lc 15, 11-32). Esta peregrinación afecta a lo íntimo de la persona, prolongándose después a la comunidad creyente para alcanzar a la humanidad entera» (n. 49).

La vida cristiana es participación en el misterio pascual, como camino de cruz y resurrección. Camino de cruz, porque nuestra existencia pasa continuamente por la criba purificadora que lleva a superar el viejo mundo marcado por el pecado. Camino de resurrección, porque el Padre, al resucitar a Cristo, ha derrotado el pecado, por lo cual, en el creyente, el «juicio de la cruz» se convierte en «justicia de Dios», es decir, en triunfo de su verdad y de su amor sobre la perversidad del mundo.

La vida cristiana es un crecimiento en el misterio de la Pascua eterna. Por tanto, exige tener la mirada fija en la meta, en las realidades últimas, y, al mismo tiempo, comprometerse en las realidades «penúltimas»: entre éstas y la meta escatológica no hay oposición, sino, al contrario, una relación de mutua fecundación. Aunque es preciso afirmar siempre el primado de lo eterno, eso no impide que vivamos rectamente, a la luz de Dios, las realidades históricas (cf. Catecismo de la Iglesia católica, n. 1048 ss).

(de la Audiencia Generalde Juan Pablo II 11 de agosto de 1999)

sábado, 23 de marzo de 2024

La cruz de Cristo

 Queridos jóvenes, celebrando el vigésimo aniversario del inicio de esta extraordinaria aventura espiritual, permitidme que os renueve la misma consigna de entonces: "Os confío la cruz de Cristo. Llevadla por el mundo como señal del amor de nuestro Señor Jesucristo a la humanidad, y anunciad a todos que sólo en Cristo muerto y resucitado está la salvación y la redención" 

(JPII, Clausura del Año jubilar de la Redención, 22 de abril de 1984) 

jueves, 21 de marzo de 2024

La búsqueda de la unidad en la Iglesia

 

 “….la búsqueda de la unidad, y especialmente la oración, deben comprometernos a todos, porque, como ha afirmado el Concilio Vaticano II, "la preocupación por establecer la unidad afecta a toda la Iglesia, tanto a los fieles como a los Pastores, y a cada uno según su propia capacidad" (Unitatis redintegratio, 5). Por eso en mi Exhortación Apostólica sobre la catequesis, siguiendo las sugerencias presentadas por el Sínodo de los Obispos de 1977, he creído necesario subrayar la importancia de la formación ecuménica. Efectivamente, "la catequesis no puede permanecer ajena a esta dimensión ecuménica cuando todos los fieles, según su propia capacidad y su situación en la Iglesia, son llamados a tomar parte en el movimiento hacia la unidad" (Catechesi tradendae, 32).

Una adecuada dimensión ecuménica en la catequesis habilita a los cristianos no sólo a percibir el significado y la importancia de la unidad de la Iglesia, sino a hacerse verdaderos artífices de comunión con la oración, con la palabra, con la acción de toda la vida cristiana.”

(de la Audiencia General deJuan Pablo II dl 23 de enero de 1980)

lunes, 18 de marzo de 2024

La pureza

 “En primer lugar, la pureza es una “capacidad”, o sea, en el lenguaje tradicional de la antropología y de la ética: una actitud. Y en este sentido, es virtud. Si esta capacidad, es decir, virtud, lleva a abstenerse “de la impureza», esto sucede porque el hombre que la posee sabe “mantener el propio cuerpo en santidad y respeto, no con afecto libidinoso”. Se trata aquí de una capacidad práctica, que hace al hombre apto para actuar de un modo determinado y, al mismo tiempo, para no actuar del modo contrario. La pureza, para ser esta capacidad o actitud, obviamente debe estar arraigada en la voluntad, en el fundamento mismo del querer y del actuar consciente del hombre.”

 

(de la Audiencia Generalde Juan Pablo II del 28 de enero de 1981)

martes, 12 de marzo de 2024

Juan XXIII y la paz

 

Juan XXIII, en la Pacem in terris, había subrayado los cuatro derechos fundamentales de la persona humana, que deben ser respetados en la vida social e internacional para el bien de la paz: el derecho a la verdad, a la libertad, a la justicia, al amor. Pablo VI, desarrollando orgánicamente este pensamiento, publicó la Encíclica para la promoción y desarrollo de los pueblos, en la que llamó a este justo desarrollo con el "nombre nuevo de la paz".

(de la AudienciaGeneral de Juan Pablo II 8 de agosto 1979)


Si quieres la paz, trabaja por la justicia

 

"Si quieres la paz, trabaja por la justicia". Este era el compromiso que Pablo VI proponía en el Mensaje del año siguiente. Y comentaba: "Es una invitación que no ignora las dificultades para practicar la justicia: definirla, ante todo, y actuarla después, nunca sin algún sacrificio del propio prestigio y del propio interés. Quizá hace falta mayor magnanimidad para rendirse a las razones de la justicia y de la paz, que no para luchar e imponer el propio derecho, auténtico o presunto, al adversario" (Il volto della pace, núm. 228-230, Pablo VIEnseñanzas al Pueblo de Dios, 1971, pág. 317).

(de la AudienciaGeneral de Juan Pablo II 8 de agosto 1979)


La verdadera paz debe fundarse en la justicia

 

"La verdadera paz —recordaba  pablo VI en la Jornada de la Paz de 1971— debe fundarse en la justicia, en la idea de la intangible dignidad humana, en el reconocimiento de una igualdad indeleble y feliz entre los hombres, en el dogma fundamental de la fraternidad humana; esto es, en el respeto, en el amor debido a todo hombre, por el solo hecho de ser hombre. Irrumpe aquí la palabra victoriosa: por ser hermano. Hermano mío, hermano nuestro" (Il volto della pace, núm. 172; Pablo VIEnseñanzas al Pueblo de Dios, 1970, pág. 405).

(de la Audiencia General de Juan Pablo II del 8 de agosto de 1979)

sábado, 9 de marzo de 2024

La oración y el ecumenismo

 

La oración es un medio privilegiado para la participación en la búsqueda de la unidad de todos los cristianos. Jesucristo mismo nos ha dejado su último deseo de unidad a través de una oración al Padre: “Para que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mi y yo en ti, para que también ellos sean en nosotros y el mundo crea que tú me has enviado” (Jn 17, 21).

La oración, ante todo, nos sitúa ante el Señor, nos purifica en las intenciones, en los sentimientos, en nuestro corazón, y produce aquella “conversión interior”, sin la cual no hay verdadero ecumenismo (cf. Unitatis redintegratio, 7).

(de la Audiencia General de Juan Pablo II del 17 de enero de1979)

viernes, 8 de marzo de 2024

El papel de la mujer

 En tiempos recientes, algunas corrientes del movimiento feminista, con el propósito de favorecer la emancipación de la mujer, han tratado de asimilarla en todo al hombre. Pero la intención divina, tal como se manifiesta en la creación, aunque quiere que la mujer sea igual al hombre por su dignidad y su valor, al mismo tiempo afirma con claridad su diversidad y su carácter específico. La identidad de la mujer no puede consistir en ser una copia del hombre, ya que está dotada de cualidades y prerrogativas propias, que le confieren una peculiaridad autónoma, que siempre ha de promoverse y alentarse.

 (de la Audiencia de Juan Pablo II del 6 de diciembrede 1995) 

jueves, 7 de marzo de 2024

Al que escandalizare a un niño - severa advertencia de Cristo

 

Al que escandalizare a uno de estos pequeñuelos que creen en mí, más le valiera que le colgasen al cuello una piedra de molino de asno y le hundieran en el fondo del mar" (Mt 18, 6). La advertencia es muy severa; pero es un mal grande el escándalo dado a todo ser inocente. Se causa gran daño al alma juvenil, inoculando el mal allí donde deben desarrollarse la gracia, la verdad, la confianza y el amor. Sólo Aquel que personalmente ha amado mucho el alma inocente de los niños y el alma juvenil, podio expresarse sobre el escándalo tal como lo ha hecho Cristo. Sólo Él podía amenazar con estas palabras tremendas a quienes dan escándalo.

 

(de la Audiencia General de Juan Pablo II 29 de agosto de1979)

Cristo y los derechos de los niños - Dejad que los niños vengan a mi

 

"Dejad que los niños vengan a mí, porque de ellos es el reino de los cielos" (Mt 19, 14). Como recordamos, dirigió estas palabras a los Apóstoles que, teniendo en cuenta el cansancio del Maestro, querían actuar más bien de otra manera, es decir, querían impedir a los niños acercarse a Cristo. Querían alejarlos, quizá para que no le quitaran el tiempo. Cristo, en cambio, reivindicó los derechos de los niños, motivándolos según la propia perspectiva.

(de la Audiencia General de Juan Pablo II 29 de agosto de1979)