"La verdadera paz —recordaba pablo VI en la Jornada de la Paz de 1971— debe fundarse en la justicia, en la idea de la
intangible dignidad humana, en el reconocimiento de una igualdad indeleble y
feliz entre los hombres, en el dogma fundamental de la fraternidad humana; esto
es, en el respeto, en el amor debido a todo hombre, por el solo hecho de ser
hombre. Irrumpe aquí la palabra victoriosa: por ser hermano. Hermano mío,
hermano nuestro" (Il volto della pace, núm. 172; Pablo VI: Enseñanzas al Pueblo de Dios, 1970, pág. 405).
(de la Audiencia General de Juan Pablo II del 8 de agosto de 1979)
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