“Los preceptos negativos de la ley natural son universalmente
válidos: obligan a todos y cada uno, siempre y en toda circunstancia. En
efecto, se trata de prohibiciones que vedan una determinada acción «semper et pro semper», sin excepciones, porque la elección de ese comportamiento
en ningún caso es compatible con la bondad de la voluntad de la persona que
actúa, con su vocación a la vida con Dios y a la comunión con el prójimo. Está
prohibido a cada uno y siempre infringir preceptos que vinculan a todos y
cueste lo que cueste, y dañar en otros y, ante todo, en sí mismos, la dignidad
personal y común a todos.”
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