martes, 2 de abril de 2024

Cristo es nuestra Pascua

 

En la gran Vigilia pascual, con gozo, que desemboca en el canto del Aleluya, la Iglesia celebra la noche del "nuevo éxodo" hacia la tierra prometida. Conmemora la noche santa, en la que el Señor resucitó, y vela en espera de su vuelta, cuando la Pascua llegue a su plenitud.

Tres símbolos caracterizan las tres partes de la liturgia de la Noche santísima que nos libera de la antigua condena y nos reúne como hermanos en el único pueblo del Señor: la luz, el agua y el pan. Signos que, recordando los sacramentos de la iniciación cristiana, traducen el sentido de la victoria de Cristo para nuestra salvación.

En todos predomina el simbolismo fundamental de la "noche iluminada", de la "noche vencida por el día", que canta la Vida que nace de la muerte y de la resurrección de Cristo: Él es nuestra Pascua (cf. 1 Co 5, 7); Él es la luz que ilumina el destino del hombre, liberándolo de las tinieblas del pecado.

Ante el día que avanza, resuena con fuerza la invitación del Apóstol a despojarse de las obras de las tinieblas para revestirse del Señor Jesús (cf. Rm 13, 12-14), para que la victoria de Cristo actúe cada vez más profundamente en nosotros, en espera de la Pascua eterna.

(de la Audiencia Generalde Juan Pablo II 3 de abril de 1996)

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