viernes, 19 de abril de 2024

La vocación religiosa

 

La vocación religiosa se sitúa en la aceptación de una disciplina severa que no dimana de un mandamiento, sino de un consejo evangélico: consejo de castidad, consejo de pobreza, consejo de obediencia. Y todo ello, abrazado conscientemente y radicado en el amor al Esposo divino, constituye de hecho la revelación especial de la profundidad que posee la libertad del Espíritu humano. Libertad de los hijos de Dios: hijos e hijas. Dicha vocación procede de una fe viva y coherente hasta las últimas consecuencias, que abre al hombre la perspectiva final, o sea, la perspectiva del encuentro con Dios mismo, el único digno de un amor "sobre todas las cosas", amor exclusivo y esponsalicio.

Este amor consiste en la donación de todo nuestro ser humano, alma y cuerpo, a Aquel que se ha dado enteramente a nosotros los hombres mediante la Encarnación, la cruz y la humillación, mediante la pobreza, castidad y obediencia: se hizo pobre por nosotros... para que nosotros fuéramos ricos (cf. 2 Cor 8, 9)…... Esta vocación es como la chispa que enciende en el alma una "llama de amor viva", como escribió San Juan de la Cruz. Una vez aceptada, una vez confirmada solemnemente por medio de los votos, esta vocación debe alimentarse continuamente con la riqueza de la fe, no sólo cuando trae consigo gozo interior, sino también cuando va unida a dificultades, aridez, sufrimiento interior, la llamada "noche" del alma…..Esta vocación es un tesoro peculiar de la Iglesia que no puede cesar de orar para que el Espíritu de Jesucristo suscite vocaciones religiosas en las almas.

(del discurso de Juan PabloII del 10 de noviembre de 1978)

No hay comentarios:

Publicar un comentario