“Ninguna
laceración debe atentar contra la armonía entre la fe y la vida: la unidad de la Iglesiaes herida no sólo por los cristianos que rechazan
o falsean la verdad de la fe, sino también por aquellos que desconocen las
obligaciones morales a las que los llama el Evangelio (cf. 1
Co 5, 9-13).”
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