“Una doctrina que
separe el acto moral de las dimensiones corpóreas de su ejercicio es contraria
a las enseñanzas de la sagrada Escritura y de la Tradición. Tal doctrina hace revivir, bajo nuevas formas,
algunos viejos errores combatidos siempre por la Iglesia, porque reducen la
persona humana a una libertad espiritual, puramente formal. Esta reducción ignora el significado moral
del cuerpo y de sus comportamientos (cf. 1 Co 6, 19).”
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