“Nuestros actos, al someterse a la ley común,
edifican la verdadera comunión de las personas y, con la gracia de Dios,
ejercen la caridad, «que es el vínculo de la perfección» (Col 3, 14). En cambio, cuando nuestros actos
desconocen o ignoran la ley, de manera imputable o no, perjudican la comunión
de las personas, causando daño.”
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