“Desgraciadamente, en nuestra sociedad se ha
difundido una cultura impregnada de egoísmo y cerrada al conocimiento y al amor
de Dios. Es una cultura que, rechazando de hecho una sólida referencia a la
trascendencia divina, engendra extravío e insatisfacción, indiferencia y
soledad, odio y violencia. ¡Cuán urgente es, por tanto, testimoniar con alegría
el único mensaje de salvación, antiguo y siempre nuevo, del Evangelio de la
vida y de la luz, de la esperanza y del amor!”
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