“Podréis repetir
la plegaria del Apóstol con tal de que vuestro ministerio de evangelización, de
catequesis, de predicación, sea verdaderamente Palabra de Dios y no palabra de
hombre, confundida quizá con afirmaciones y razonamientos pobremente humanos,
enturbiada acaso por premisas cambiantes de sabor exclusivamente sociológico,
político, terreno, más cercana a veces al saber técnico, o producto exclusivo
de erudición y no fruto de la fe que proclama a Cristo, el Señor resucitado. El
Concilio Vaticano II pide a los presbíteros un espíritu de contemplación,
“porque, buscando cómo puedan enseñar más adecuadamente a los otros lo que
ellos han contemplado, gustarán más profundamente la inescrutable riqueza de
Cristo (Ef 3,8)” (Presbyterorum Ordinis, 13).”
(Juan Pablo II en su encuentro con sacerdotes, seminaristas y religiosos. Catedral primada de Bogotá, 1 de julio de 1986)
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