viernes, 5 de enero de 2018

Defended lo vuestro sin encerraros a los demás


 “Sé que tenéis sufrimientos…Defended, sí, vuestros bosques, vuestras tierras, vuestra cultura como algo que legítimamente os pertenece, pero sin olvidar la común condición de hijos de un mismo Dios, que repudia la violencia, la venganza, los odios. Ved en las otras razas, pueblos y gentes que comparten vuestro mismo cielo, ríos y bosques, lo que son de verdad: hermanos en Cristo, rescatados por su preciosa Sangre, llamados con vosotros a una convivencia en paz. Así también debéis ser apreciados vosotros por los demás: como hijos de Dios, miembros de la única Iglesia, hermanos entre hermanos.

Pero no podéis cerraros a los demás. Abrid las puertas a quienes se acercan a vosotros con un mensaje de paz y con las manos dispuestas a ayudaros. Entrad en comunicación con otras culturas y ámbitos más amplios, para enriqueceros mutuamente sin perder vuestra legítima identidad. Dejaos iluminar por el Evangelio que purifica y ennoblece vuestras tradiciones. No consideréis una pérdida el abandono de aquello que os alejaría de lo que Cristo enseña (Cf.. Matth. 18, 30) y, por tanto, de alcanzar una vida digna de los hijos de Dios.”

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