“La Palabra de Dios, desde las páginas del Génesis hasta
los pasajes del Nuevo Testamento que nos proponen el ejemplo de Cristo
trabajador, nos dejan múltiples testimonios de la dignidad y significación
profunda del trabajo humano. En efecto, el hombre, creado a imagen de Dios,
mediante su trabajo participa en la obra de la creación y de su
perfeccionamiento, cumpliendo el mandamiento del Señor de someter y dominar la
tierra (Cfr. Gen. 1, 28). El trabajo es, además, «un bien del
hombre, un bien de la humanidad, porque mediante el trabajo el hombre no sólo
transforma la naturaleza, adaptándola a las propias necesidades, sino que se
realiza a sí mismo como hombre; es más, en cierto sentido se hace más hombre» (Laborem Exercens,
9. 23). Ello confiere al trabajo y a quien lo ejerce una dignidad que lo
realiza como persona y lo hace solidario con los demás.”
(del encuentro
del papa Juan Pablo II con lostrabajadores en la Plaza de san
Francisco, Quito, miércoles 30 de enero de 1985)
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