“Tratándose de jóvenes que han conocido a Cristo, el primero
entre los hermanos, que quiere la dignidad y el bien de todos, el amor a El ha
de llevar a pensar en los demás. Ha de obligar a no instalarse en el
propio egoísmo, sino a abrirse a los demás. Porque Dios es nuestro Padre
común y, en consecuencia, todos somos hermanos. Son las exigencias de la
caridad, del amor. Porque «Dios es amor» (1 Jn. 4, 16) y tanto nos ha
amado que nos entregó a su propio Hijo, Jesús (Cfr. Jn. 3, 16), el cual
no vino a ser servido, sino a servir (Cfr. Mt. 20, 28). “
(del
Encuentro de Juan Pablo II con los jóvenes en el Estadio Olímpico de
Caracas - 28 de enero de 1985)
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