No lo olvidemos nunca: la Iglesia debe ser forma mundi, también en el
plan de la paz y de la reconciliación. Por esto, un Pastor de la Iglesia no
puede callar el verbum reconciliationis, ni dispensarse del ministerium reconciliationis también para el mundo, en el cual las fracturas y
divisiones, odios y discordias rompen constantemente la unidad y la paz. No lo
hará con los instrumentos de la política, sino con la palabra humilde y
convincente del Evangelio.
(del discurso de JuanPablo II a los Obispos en Buenos Aires Sábado 12 de junio de 1982)
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