La mayor tragedia del hombre es no reconocer el pecado (agnoscamus peccata…) De ahí el examen de conciencia. Por medio de este examen, la conciencia se convierte en santuario de nuestros regresos (como el hijo prodigo)
(Juan
Pablo II Ejercicios espirituales, capilla de Santa Matilde, 8 al 14 de marzo de
1981)
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