“En particular, es
necesario educar en el valor de la vida comenzando por sus mismas raíces. Es
una ilusión pensar que se puede construir una verdadera cultura de la vida
humana, si no se ayuda a los jóvenes a comprender y vivir la sexualidad, el
amor y toda la existencia según su verdadero significado y en su íntima
correlación. La sexualidad, riqueza de toda la persona, « manifiesta su
significado íntimo al llevar a la persona hacia el don de sí misma en el amor
».128 La banalización de la sexualidad
es uno de los factores principales que están en la raíz del desprecio por la
vida naciente: sólo un amor verdadero sabe custodiar la vida. Por tanto, no se
nos puede eximir de ofrecer sobre todo a los adolescentes y a los jóvenes la
auténtica educación de la sexualidad y del amor, una educación que
implica la formación de la castidad, como virtud que favorece la madurez
de la persona y la capacita para respetar el significado « esponsal » del cuerpo.”
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