“Conservad a Cristo en vuestros corazones, y descubriréis su
rostro en cada ser humano. Desearéis ayudarle a salir de todas sus necesidades:
las necesidades de vuestros hermanos y hermanas. Este es el modo de prepararnos
a nuestro encuentro con Cristo, cuando venga de nuevo, el último día, como Juez
de vivos y muertos, y nos diga: "Venid, benditos de mi Padre, tomad
posesión del reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque
tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; peregriné,
y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis;
preso, y vinisteis a verme... En verdad os digo que cuantas veces hicisteis eso
a uno de estos mis hermanos menores, a mí lo hicisteis"(Mt 25,
34-35. 39).”
(Beato Juan Pablo II en
su discurso en el Shea Stadium al despedirse de Nueva York, 3 de octubre de
1979)
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