“El Evangelio de la vida no es
exclusivamente para los creyentes: es para todos. El tema de la vida y
de su defensa y promoción no es prerrogativa única de los cristianos. Aunque de
la fe recibe luz y fuerza extraordinarias, pertenece a toda conciencia humana
que aspira a la verdad y está atenta y preocupada por la suerte de la
humanidad. En la vida hay seguramente un valor sagrado y religioso, pero de
ningún modo interpela sólo a los creyentes: en efecto, se trata de un valor que
cada ser humano puede comprender también a la luz de la razón y que, por tanto,
afecta necesariamente a todos.”
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