“En el mundo de hoy, profundamente secularizado, la nueva evangelización se presenta como uno de los desafíos fundamentales. Los movimientos eclesiales, que se caracterizan precisamente por su impulso misionero, están llamados a un compromiso especial con espíritu de comunión y colaboración. En la encíclica Redemptoris missio he escrito a este propósito: «Cuando se integran con humildad en la vida de las Iglesias locales y son acogidos cordialmente por obispos y sacerdotes en las estructuras diocesanas y parroquiales, los movimientos representan un verdadero don de Dios para la nueva evangelización y para la actividad misionera propiamente dicha. Por tanto, recomiendo difundirlos y valerse de ellos para dar nuevo vigor, sobre todo entre los jóvenes, a la vida cristiana » (n. 72).”
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