“La ancianidad
es algo venerable para la Iglesia y para la sociedad, y merece el máximo
respeto y estima. Ya el Antiguo Testamento nos enseña: “Alzate ante una cabeza
blanca y honra la persona del anciano” (Lev. 19, 32). “En los ancianos está el
saber y en la longevidad, la sensatez” (Iob. 12, 12). Por ello me inclino ante
vosotros e invito a todos a manifestar siempre la reverencia afectuosa que
merecen quienes nos han dado la vida y nos han precedido en la organización de
la sociedad y en la edificación del presente.”
(del Encuentro
de Juan Pablo II con los ancianos en el Santuario de la Virgen de los
Desamparados - Valencia, lunes 8 de noviembre de 1982)
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