La
familia, como comunidad educadora fundamental e insustituible, es el vehículo
privilegiado para la transmisión de aquellos valores religiosos y culturales
que ayudan a la persona a adquirir la propia identidad. Fundada en el amor y
abierta al don de la vida, la familia lleva consigo el porvenir mismo de la
sociedad; su papel especialísimo es el de contribuir eficazmente a un futuro de
paz.
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