"Dios
te salve, María, llena de gracia..." (cf. Lc 1, 28).
Cada
vez que rezamos estas palabras venimos a ser, en cierto sentido, el arcángel
que dio el anuncio. Toda la Iglesia, reunida en oración para el
"Ángelus", renueva el misterio de la anunciación.
El
arcángel anuncia a María, ante todo que es "llena de gracia".
Antes de decirle que se convertirá en la Madre del Hijo de Dios, afirma:
"llena eres de gracia".
Toda
la Iglesia, y en ella cada uno de nosotros, hace propio este saludo y este
anuncio. Cuántas veces en la vida (y especialmente en el "Ángelus")
nos dirigimos a la Madre de Dios y le decimos: "llena eres de gracia".
Estas
palabras nos vuelven a unir directamente con el misterio de la Encarnación. Al
pronunciarlas, pensamos en la Maternidad divina de la Virgen de Nazaret: es
"llena de gracia" a causa de la Maternidad divina.”
Maria,
gracia, Angelus
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