viernes, 13 de septiembre de 2024

¿Qué sentido tiene la vida?

 

Y consiguientemente, ¿qué sentido tiene la historia humana?

Ciertamente es la pregunta más dramática y también la más noble, que califica verdaderamente al hombre en su naturaleza de persona inteligente y volitiva….. En efecto, el hombre no puede encerrarse en los límites del tiempo, en el círculo de la materia, en el nudo de una existencia inmanente y autosuficiente; puede intentar hacerlo; puede incluso afirmar con palabras y gestos que su patria es sólo el tiempo y que su casa es sólo el cuerpo. Pero en realidad la pregunta suprema lo agita, lo punza y lo atormenta. Es una pregunta que no se puede eliminar.

Sabemos cómo, por desgracia, gran parte del pensamiento moderno, ateo, agnóstico, secularizado, insiste en afirmar y enseñar que la pregunta suprema sería una enfermedad del hombre, una ilusión de género psicológico y sentimental, de la que es necesario curarse, afrontando valientemente el absurdo, la muerte, la nada.

Es una filosofía sutilmente peligrosa, porque sobre todo el joven, todavía frágil en su pensamiento, sacudido por las dolorosas vicisitudes de la historia pasada y presente, por la inestabilidad e incertidumbre del futuro, a veces traicionado en los afectos más íntimos, marginado, incomprendido, desocupado, puede sentirse empujado por esa filosofía a la evasión en la droga, en la violencia o en la desesperación.

Sólo Jesucristo es la respuesta adecuada y ultima a la pregunta suprema acerca del sentido de la vida y de la historia.

(del discurso de JuanPablo II a una representación del Ejercito Italiano 1 de marzo de 1979)

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