“Al dirigirme con esta encíclica a vosotros,
hermanos en el episcopado, deseo enunciar los principios necesarios para el discernimiento
de lo que es contrario a la «doctrina sana»,recordando aquellos elementos de la enseñanza moral de la
Iglesia que hoy parecen particularmente expuestos al error, a la ambigüedad o
al olvido. Por otra parte, son elementos de los cuales depende la «respuesta a
los enigmas recónditos de la condición humana que, hoy como ayer, conmueven
íntimamente los corazones: ¿Qué es el hombre?, ¿cuál es el sentido y el fin de
nuestra vida?, ¿qué es el bien y qué el pecado?, ¿cuál es el origen y el fin
del dolor?, ¿cuál es el camino para conseguir la verdadera felicidad?, ¿qué es
la muerte, el juicio y la retribución después de la muerte?, ¿cuál es,
finalmente, ese misterio último e inefable que abarca nuestra existencia, del
que procedemos y hacia el que nos dirigimos?» 50”.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario