“ ¿de qué modo es el Señor nuestra luz y nuestra salvación?
Cristo se convierte para nosotros en luz y salvación a partir de nuestro
bautismo, en el que se nos aplican los frutos infinitos de su bendita muerte en
la cruz: entonces viene a ser "para nosotros sabiduría, justicia,
santificación y redención" (1 Cor 1, 30). Precisamente para los
bautizados, conscientes de su identidad de salvados, valen con plenitud las
palabras de la Carta a los Efesios: "Fuisteis algún tiempo tinieblas, pero
ahora sois luz en el Señor; andad, pues, como hijos de la luz. El fruto de la
luz es todo bondad, justicia y verdad" (Ef 5, 8-9).”
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