“En
el camino de Damasco, caído en el polvo, San Pablo queda cegado por la luz
fulgurante de aquel Jesús a quien él perseguía en los cristianos; sigue su
conversión inmediata y decisiva, evidente obra milagrosa de la gracia de Dios,
porque Pablo debía ser el primer autorizado intérprete del mensaje de Jesús,
divinamente inspirado. El Divino Maestro le manda levantarse y proseguir el
camino; y desde ese momento, se puede decir que San Pablo se convierte en
maestro y guía del conocimiento y del amor a Cristo.”
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