“El distintivo de la
vida religiosa en la Iglesia
debe ser mantener la pureza del Evangelio; no sólo en los votos que son
característicos de vuestra consagración, sino sobre todo en la caridad perfecta
hacia Dios y hacia el prójimo, que es la esencia del Evangelio; en las
bienaventuranzas que constituyen su originalidad frente a la mentalidad del
mundo, y en esas específicas manifestaciones del Evangelio que son los carismas
de vuestros fundadores. “
(del discurso de Juan Pablo II a los religiosos - Santuario del Sagrado Corazón de Guatemala - Lunes 7 de marzo de 1983
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