“No duden jamás quienes están tentados de
servirse de la fuerza con finalidades que pueden parecer legítimas, que siempre
hay posibilidades de negociación con vistas a verdaderas soluciones, honrosas y
aceptables para todos.
E1 recurso a la fuerza, a la violencia, para
intentar resolver situaciones conflictivas o de injusticia, a nivel
internacional e incluso nacional, suele llevar consigo –además de otros graves
inconvenientes– un coste elevado de vidas humanas, que lo descalifican como vía
de solución. El camino que lleva de veras a la paz implica, por otra parte, una
sincera voluntad de conseguirla, a la vez que la aceptación del interlocutor
como portador de aspiraciones y propuestas a considerar, y no como un enemigo a
subyugar o suprimir”
(Juan
Pablo II en su discurso en el Palacio
Taranco, Montevideo, para conmemorarar el acuerdo de paz entre Argentina y
Chile)
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