“el hombre debe dar gloria a Dios Creador y
Redentor; en cierto modo debe convertirse en voz de toda la creación para decir
en su nombre Magnificat. Debe
anunciar las «magnalia Dei», las
grandes obras de Dios, y a la vez, expresarse a sí mismo en esta relación sublime
con Dios, porque en el mundo visible sólo el puede hacerlo”
(del discurso de JuanPablo II en el Santuario de Mentorella el 29 de octubre de 1978)
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