Evangelizar no quiere
decir sólo hablar “de Cristo”. Anunciar a Cristo significa obrar de tal manera
que el hombre —a quien se dirige este anunció— “crea”, es decir, se vea
a sí mismo en Cristo, encuentre en Él la dimensión adecuada de su propia
vida; sencillamente, que se encuentre a sí mismo en Cristo…
El hecho de encontrarse a sí mismo en Cristo,
que es precisamente el fruto de la evangelización, viene a ser la
liberación sustancial del hombre. El servicio al Evangelio es servicio a la
libertad en el Espíritu. El hombre que se ha encontrado a sí mismo en Cristo,
ha encontrado el camino de la consiguiente liberación de la propia humanidad a
través de la superación de sus limitaciones y debilidades; a través de la
liberación de la propia situación de pecado y de las múltiples estructuras de
pecado que pesan sobre la vida de la sociedad y de los individuos.
(Juan Pablo II Audiencia General 14 de febrero de 1979)
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