Ser cristiano significa
dar testimonio de la verdad cristiana; y hoy, particularmente, es poner en
práctica el sentido auténtico que Cristo y la Iglesia dan a la vida y a la
plena realización del joven y de la joven a través del matrimonio y de la
familia.
Si, mis queridos jóvenes, Cristo os llama no
sólo a caminar con El en esta peregrinación de la vida. El os envía en su lugar
para ser mensajeros de la verdad, para ser sus testigos en el mundo,
concretamente, ante los demás jóvenes como vosotros, porque muchos de ellos
hoy, en el mundo entero, están buscando el camino, la verdad y la vida, pero no
saben a dónde ir.
«Ha
llegado la hora de emprender una nueva evangelización» (Christifideles laici n. 34), y vosotros no podéis faltar a esta llamada urgente.
En este lugar dedicado a Santiago, el primero de los Apóstoles que dio
testimonio de la fe con el martirio, comprometámonos a acoger el mandato de
Cristo: «seréis mis testigos... hasta los confines de la tierra» (Hch 1, 8).
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