“Prudente no es, por tanto —como frecuentemente se cree— el que sabe arreglárselas en la vida y sacar de ella el mayor provecho; sino quien acierta a edificar la vida toda según la voz de la conciencia recta y según las exigencias de la moral justa.”
(Siervo de Dios Juan Pablo II - Audiencia general miércoles 25 de octubre de 1978)
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