“tender constantemente a Aquel «que es la cabeza»,25
a Aquel «de quien todo procede y para quien somos nosotros»,26
a Aquel que es al mismo tiempo «el camino, la verdad»27 y «la resurrección y la vida»,28
a Aquel que viéndolo nos muestra al Padre,29
a Aquel que debía irse de nosotros30 —se refiere a la muerte en Cruz y después a la Ascensión al cielo— para que el Abogado viniese a nosotros y siga viniendo constantemente como Espíritu de verdad.31
En Él están escondidos «todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia»,32 y la Iglesia es su Cuerpo.33
La Iglesia es en Cristo como un «sacramento, o signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano»34
y de esto es Él la fuente.
¡Él mismo! ¡Él, el Redentor!
(de la Encíclica Redemptor Hominis del Siervo de Dios Juan Pablo II)
a Aquel «de quien todo procede y para quien somos nosotros»,26
a Aquel que es al mismo tiempo «el camino, la verdad»27 y «la resurrección y la vida»,28
a Aquel que viéndolo nos muestra al Padre,29
a Aquel que debía irse de nosotros30 —se refiere a la muerte en Cruz y después a la Ascensión al cielo— para que el Abogado viniese a nosotros y siga viniendo constantemente como Espíritu de verdad.31
En Él están escondidos «todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia»,32 y la Iglesia es su Cuerpo.33
La Iglesia es en Cristo como un «sacramento, o signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano»34
y de esto es Él la fuente.
¡Él mismo! ¡Él, el Redentor!
(de la Encíclica Redemptor Hominis del Siervo de Dios Juan Pablo II)
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