jueves, 17 de julio de 2025

La necesidad de testigos jóvenes

 

Es cada vez más necesario que incluso en los lugares más apartados de la tierra se den testigos, testigos jóvenes, del Evangelio, sin miedo o temor a las situaciones y a las circunstancias adversas, que sepan vivir coherentemente las exigencias de la fe, con la mirada fija en la santificación personal y en el ejercicio de la caridad fraterna.

(del Ángelusdel Papa Juan Pablo II con los jóvenes en Santiago de Compostela, 20 de agostode 1989) – IV Jornada Mundial de la Juventud

La llamada de Cristo de la mano de Maria

 

¡Mira la estrella, invoca a María!

La llamada de Cristo lleva por un camino que no es fácil de recorrer, porque puede llevar incluso a la cruz. Pero no hay otro camino que lleve a la verdad y dé la vida. Sin embargo, no estamos solos en este camino. María con su FIAT abrió un camino nuevo a la humanidad. Ella, por su aceptación y entrega total a la misión de su Hijo, es prototipo de toda vocación cristiana. Ella caminará con nosotros, será nuestra compañera de viaje, y con su ayuda podremos seguir la vocación que Cristo nos ofrece.

 (del Encuentro del Papa Juan Pablo II con los jóvenes en Santiago de Compostela, 19 de agosto de 1989 -  IV Jornada Mundial de la Juventud)

La vocación del cristiano

 

El cristiano está llamado a servir a los hermanos y a la sociedad, a promover y sostener la dignidad de cada ser humano, a respetar, defender y favorecer los derechos de la persona, a ser constructor de una paz duradera y auténtica, basada en la fraternidad, la libertad, la justicia y la verdad.

(del Encuentrodel Papa Juan Pablo II con los jóvenes en Santiago de Compostela, 19 de agostode 1989- IV Jornada Mundial de la Juventud)

martes, 15 de julio de 2025

La presencia del mal moral

 

El mal moral es radicalmente contrario a la voluntad de Dios. Si este mal está presente en la historia del hombre y del mundo, y a veces de forma totalmente opresiva, si en cierto sentido tiene su propia historia, esto sólo está permitido por la Divina Providencia, porque Dios quiere que en el mundo creado haya libertad. La existencia de la libertad creada (y por consiguiente del hombre, e incluso la existencia de los espíritus puros como los ángeles, de los que hablaremos en otra ocasión) es indispensable para aquella plenitud del bien que Dios quiere realizar en la creación, la existencia de los seres libres es para él un valor más importante y fundamental que el hecho de que aquellos seres abusen de la propia libertad contra el Creador y que, por eso, la libertad pueda llevar al mal moral.

(PapaJuan Pablo II de la Audiencia General el 4 de junio de 1986 “La DivinaProvidencia y la presencia del mal y del sufrimiento en el mundo”

El es «el camino, la verdad y la vida»

 

Ningún hombre puede eludir las preguntas fundamentales: ¿qué debo hacer?, ¿cómo puedo discernir el bien del mal? La respuesta es posible sólo gracias al esplendor de la verdad que brilla en lo más íntimo del espíritu humano, como dice el salmista: «Muchos dicen: "¿Quién nos hará ver la dicha?". ¡Alza sobre nosotros la luz de tu rostro, Señor!» (Sal 4, 7).

La luz del rostro de Dios resplandece con toda su belleza en el rostro de Jesucristo, «imagen de Dios invisible» (Col 1, 15), «resplandor de su gloria» (Hb 1, 3), «lleno de gracia y de verdad» (Jn 1, 14): él es «el camino, la verdad y la vida» (Jn 14, 6). Por esto la respuesta decisiva a cada interrogante del hombre, en particular a sus interrogantes religiosos y morales, la da Jesucristo; más aún, como recuerda el concilio Vaticano II, la respuesta es la persona misma de Jesucristo: «Realmente, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado. Pues Adán, el primer hombre, era figura del que había de venir, es decir, de Cristo, el Señor. Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la grandeza de su vocación» 1.

(Papa Juan Pablo II CartaEncíclica Veritatis Splendor)

El «Sermón de la montaña», carta magna de la moral evangélica

 

En el «Sermón de la montaña», que constituye la carta magna de la moral evangélica 24, Jesús dice: «No penséis que he venido a abolir la Ley y los profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento» (Mt 5, 17). Cristo es la clave de las Escrituras: «Vosotros investigáis las Escrituras, ellas son las que dan testimonio de mí» (cf. Jn 5, 39); él es el centro de la economía de la salvación, la recapitulación del Antiguo y del Nuevo Testamento, de las promesas de la Ley y de su cumplimiento en el Evangelio; él es el vínculo viviente y eterno entre la antigua y la nueva alianza

(Papa Juan Pablo II CartaEncíclica Veritatis Splendor)

sábado, 12 de julio de 2025

La savia siempre nueva del Evangelio

 

En esta encrucijada de la historia en busca de esperanza, la Iglesia le anuncia la savia siempre nueva del Evangelio, creador de cultura, fuente de humanidad, al mismo tiempo que promesa de eternidad. Su secreto es el Amor. Es la necesidad primordial de toda cultura humana. Y el nombre de este Amor es Jesús, Hijo de María. Queridos amigos, llevadlo, como ella, con confianza, por todos los caminos de los hombres, al corazón de las nuevas culturas que tenemos que construir entre los hombres, con los hombres. Estad convencidos: la fuerza del Evangelio es capaz de transformar las culturas de nuestro tiempo por su fermento de justicia y de caridad en la verdad y la solidaridad. Esta fe que llega a ser cultura es fuente de esperanza

(del discurso del Santo Padre Juan Pablo II a los participantes enla Asamblea plenaria del Consejo Pontificio para la cultura – 12 de enero de 1990)