viernes, 26 de febrero de 2021

El pecado original, la reconciliación y la lucha contra el mal

 “… el pecado original, aún cuando borrado por el bautismo, deja normalmente en lo íntimo del hombre un desorden que se supera, una propensión al pecado que se frena con el esfuerzo humano, además de con la gracia del Señor (cf. Conc. Trid. Decretum de iustificatione, cap. 10; Denz.-Schön, n. 1535). El mismo sacramento de la reconciliación, aún ofreciendo el perdón de las culpas, no elimina completamente la dificultad que el creyente encuentra en la realización de la ley grabada en el corazón del hombre y perfeccionada por la Revelación: esta ley, aún cuando está interiorizada por el don del Espíritu Santo, deja, de ordinario, la posibilidad de pecado y más aún, cierta inclinación a él (cf. Conc. Trid. Decretum de iustificatione, cap. 11; Denz.–Schön, núms. 1536; 1568-1573). Por consiguiente, la vida humana y cristiana se manifiesta siempre como una "lucha" contra el mal (cf. Conc. Vat. II, Gaudium et spesnúms. 13, 15). Se requiere, pues, un serio esfuerzo ascético para que el fiel se haga cada vez más capaz de amar a Dios y al prójimo, en sintonía coherente con la propia condición de renacido en Cristo.

(Juan Pablo II Audiencia General 7 de marzo de 1984)

jueves, 25 de febrero de 2021

El verdadero camino a la paz

 

 “No duden jamás quienes están tentados de servirse de la fuerza con finalidades que pueden parecer legítimas, que siempre hay posibilidades de negociación con vistas a verdaderas soluciones, honrosas y aceptables para todos.

E1 recurso a la fuerza, a la violencia, para intentar resolver situaciones conflictivas o de injusticia, a nivel internacional e incluso nacional, suele llevar consigo –además de otros graves inconvenientes– un coste elevado de vidas humanas, que lo descalifican como vía de solución. El camino que lleva de veras a la paz implica, por otra parte, una sincera voluntad de conseguirla, a la vez que la aceptación del interlocutor como portador de aspiraciones y propuestas a considerar, y no como un enemigo a subyugar o suprimir”

(Juan Pablo II  en su discurso en el Palacio Taranco, Montevideo, para conmemorarar el acuerdo de paz entre Argentina y Chile)

 VIAJE APOSTÓLICO A URUGUAY, CHILE Y ARGENTINA

viernes, 19 de febrero de 2021

La cultura : bien esencial de las comunidades humanas

 

La cultura es la expresión del hombre, es la confirmación de la humanidad. El hombre la crea y, mediante ella, el hombre se crea a sí mismo. Se crea a sí mismo con el esfuerzo interior del espíritu, del pensamiento, de la voluntad, del corazón. Y, al mismo tiempo, crea la cultura en comunión con los otros. La cultura es la expresión del comunicar, del pensar juntos y del colaborar juntos de los hombres. Nace del servicio al bien común y se convierte en bien esencial de las comunidades humanas.  La cultura es sobre todo un bien común de la nación. […] es un bien sobre el que se apoya la vida espiritual […]. Nos distingue como nación. Decide sobre nosotros a lo largo de todo el curso de la historia, decide más todavía que la fuerza material. Mejor, más aún que las fronteras políticas.”

(Juan Pablo II en su discurso a los jóvenes, Gniezno 3 de junio de 1979)

PEREGRINACIÓN APOSTÓLICA A POLONIA


sábado, 13 de febrero de 2021

El Ángelus y el Rosario

 

 “Hay un vínculo muy estrecho entre el Ángelus y el Rosario, oraciones, una y otra, eminentemente cristológicas y, al mismo tiempo, marianas: efectivamente, nos hacen contemplar y profundizar los misterios de la historia de la salvación, en los que María está íntimamente unida a su Hijo Jesús.”

(Juan Pablo II  Visita al Santuario de Pompeya, Italia, 21 de octubre de 1979)

miércoles, 10 de febrero de 2021

La oración: autentica libertad de espíritu

 

“La oración es la expresión principal de la verdad interior del hombre, la primera condición de la autentica libertad del espíritu.”

(del discurso de JuanPablo II en el Santuario de Mentorella el 29 de octubre de 1978)

lunes, 8 de febrero de 2021

Que el hombre sea la voz de toda la creación

 

 “el hombre debe dar gloria a Dios Creador y Redentor; en cierto modo debe convertirse en voz de toda la creación para decir en su nombre Magnificat. Debe anunciar las «magnalia Dei», las grandes obras de Dios, y a la vez, expresarse a sí mismo en esta relación sublime con Dios, porque en el mundo visible sólo el puede hacerlo”

(del discurso de JuanPablo II en el Santuario de Mentorella el 29 de octubre de 1978)

jueves, 4 de febrero de 2021

Colegialidad: corpus y collegium de personas unidas entre si

 En la constitución Lumen gentium el concilio Vaticano II establece una analogía entre el colegio de los Apóstoles y el de los obispos unidos con el Romano Pontífice: «Así como, por disposición del Señor, san Pedro y los demás Apóstoles forman un solo colegio apostólico, de igual manera se unen entre sí el Romano Pontífice, sucesor de Pedro, y los obispos, sucesores de los Apóstoles» (n. 22). Es la doctrina sobre la colegialidad del Episcopado en la Iglesia, que tiene su primer fundamento en el hecho de que Cristo nuestro Señor, al fundar su Iglesia, llamó a los Doce, constituyéndolos en Apóstoles y encargándoles la misión de la predicación del Evangelio y la del gobierno pastoral del pueblo cristiano, estableciendo así la estructura ministerial de la Iglesia. Los doce Apóstoles se nos presentan como un corpus y un collegium de personas unidas entre sí por la caridad de Cristo que los puso bajo la autoridad de Pedro, a quien dijo: «Tu eres Pedro (es decir, roca), y sobre esta piedra edificaré mi iglesia» (Mt 16, 18). Pero aquel grupo originario, por haber recibido la misión de la evangelización que era preciso llevar a cabo hasta el fin de los tiempos, debía tener sucesores, que son precisamente los obispos. Según el Concilio, esa sucesión reproduce la estructura original del colegio de los Doce unidos entre sí por voluntad de Cristo bajo la autoridad de Pedro.

(Juan Pablo II Audiencia General 7 de octubre de 1992)

Evangelizar: encontrarse a si mismo en Cristo

Evangelizar no quiere decir sólo hablar “de Cristo”. Anunciar a Cristo significa obrar de tal manera que el hombre —a quien se dirige este anunció— “crea”, es decir, se vea a sí mismo en Cristo, encuentre en Él la dimensión adecuada de su propia vida; sencillamente, que se encuentre a sí mismo en Cristo…

El hecho de encontrarse a sí mismo en Cristo, que es precisamente el fruto de la evangelización, viene a ser la liberación sustancial del hombre. El servicio al Evangelio es servicio a la libertad en el Espíritu. El hombre que se ha encontrado a sí mismo en Cristo, ha encontrado el camino de la consiguiente liberación de la propia humanidad a través de la superación de sus limitaciones y debilidades; a través de la liberación de la propia situación de pecado y de las múltiples estructuras de pecado que pesan sobre la vida de la sociedad y de los individuos.

(Juan Pablo II Audiencia General  14 de febrero de 1979)


miércoles, 3 de febrero de 2021

El Concilio : colegialidad

 

 “El Concilio es la expresión más plena de la colegialidad del ministerio episcopal en la Iglesia. Sus otras manifestaciones no tienen significado tan fundamental. No obstante, son muy necesarias, útiles y a veces absolutamente indispensables. Esto se refiere tanto a instituciones colegiales —entre éstas se desarrollan ahora preferentemente en la Iglesia occidental las Conferencias Episcopales—, como también a diversas formas de actuación colegial.

(Juan Pablo II  Audiencia General 7 de febrero de 1979)