viernes, 11 de julio de 2025

San Benito – hombre de Dios

 

En este lugar y en este momento no podemos prescindir de pensar que sobre estas páginas también fijó la propia reflexión San Benito durante su vida terrena. ¡Con qué eco tan profundo debieron resonar en su alma las amenazas contra los ricos y contra las aberraciones que ordinariamente acompañan a la posesión de excesivos bienes materiales!

Y qué vibración íntima de consentimiento y de adhesión debió suscitar en él la palabra de Pablo a Timoteo, que también acabamos de oír: "Pero tú, hombre de Dios, huye de estas cosas y sigue la justicia, la piedad, la fe, la caridad, la paciencia, la mansedumbre. Combate los buenos combates de la fe, asegúrate la vida eterna, para la cual fuiste llamado y de cual hiciste solemne profesión delante de muchos testigos" (1Tim 6, 11-12)

Benito fue hombre de Dios y se convirtió en tal, siguiendo el camino de las virtudes tan claramente indicadas por los Apóstoles. Siguiéndolo constante e incesantemente. Fue un auténtico peregrino del Reino de Dios, un auténtico "homo viator". No se detuvo a lo largo del camino, no se desvió hacia caminos más fáciles. Todo su empeño estuvo orientado a seguir la consigna: combatir el buen combate de la fe para "conservar sin tacha ni culpa el mandato hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo" (1 Tim 6, 14).

(Papa Juan Pablo II –Visita Pastoral a Subiaco – homilía en la Santa Misa para le Pueblo – 28 deseptiembre de 1980)

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