(…) encontramos varias indicaciones en la
Sagrada Escritura, en la cual Satanás es llamado "el príncipe de este
mundo" (cf. Jn 12, 31; 14, 30;16, 11) e incluso "el
Dios de este siglo" (2 Cor 4, 4). Encontramos muchos
otros nombres que describen sus nefastas relaciones con el hombre:
"Belcebú" o "Belial", "espíritu inmundo",
"tentador", "maligno" y finalmente "anticristo"
(1 Jn 4, 3). Se le compara a un "león" (1 Pe 5,
8), a un "dragón" (en el Apocalipsis) y a una "serpiente" (Gen 3).
Muy frecuentemente para nombrarlo se ha usado el nombre de "diablo"
del griego "diaballein" (del cual "diabolos"),
que quiere decir: causar la destrucción, dividir, calumniar, engañar. Y a decir
verdad, todo esto sucede desde el comienzo por obra del espíritu maligno que es
presentado en la Sagrada Escritura como una persona, aunque se
afirma que no está solo: "somos muchos", gritaban los
diablos a Jesús en la región de las gerasenos (Mc 5, 9); "el
diablo y sus ángeles", dice Jesús en la descripción del juicio futuro
(cf. Mt 25, 41).
(de la Audiencia del Papa Juan
Pablo II La caída de los ángeles rebeldes del 13 de
agosto 1986)
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