“Me dirijo a vosotros, venerables hermanos en el episcopado – decía
el Papa Juan Pablo II al inicio de la Encìclica Veritatis Splendor (5) que compartís conmigo la responsabilidad de
custodiar la «sana doctrina» (2 Tm 4, 3), con la intención de precisar algunos aspectos doctrinales que son decisivos para
afrontar la que sin duda constituye una verdadera crisis, por ser tan graves las dificultades derivadas de ella para la
vida moral de los fieles y para la comunión en la Iglesia, así como para una
existencia social justa y solidaria.”
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