“Una
civilización que rechace a los indefensos merecería el nombre de civilización
bárbara, aunque lograra grandes éxitos en los campos de la economía, la
técnica, el arte y la ciencia. La Iglesia, fiel a la misión que recibió de
Cristo, a pesar de las debilidades y las infidelidades de muchos de sus hijos e
hijas, ha anunciado con coherencia en la historia de la humanidad la gran
verdad sobre el amor al prójimo, ha aliviado las divisiones sociales, ha
superado las diferencias étnicas y raciales, se ha inclinado sobre los enfermos
y los huérfanos, sobre los ancianos, sobre los minusválidos y sobre los que
carecen de hogar. Ha enseñado con palabras y obras que nadie puede ser excluido
de la gran familia humana, que nadie puede ser abandonado al margen de la sociedad.
Si la Iglesia defiende la vida por nacer, es porque contempla también con amor
y solicitud a toda mujer que debe dar a luz.”
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