La vida de María fue un continuo sí al amor. A Ella que, desde el anuncio del ángel, “se ha abandonado a Dios completamente, manifestando la obediencia de la fe a Aquel que le hablaba a través de su mensajero” (Redemptoris Mater, 13), a Ella acudo, bajo la advocación de la Virgen de los Milagros de Caacupé, para que os ayude en vuestro camino y en vuestra misión. Con Ella, que es la Estrella de la mañana, la Causa de nuestra alegría, nunca os marcharéis tristes, porque siempre os indicará el camino que lleva a su divino Hijo: el camino de la fraternidad, del servicio al hermano, de la honradez y la justicia; el camino del amor.
VIAJE APOSTÓLICO A URUGUAY, BOLIVIA, LIMA Y PARAGUAY
Encuentro del Papa Juan Pablo II con los jóvenes en elCampo Ñu Guazú, Asuncion, 18 de mayo de 1988
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