“Puesto que el hombre no puede vivir ni ser
comprendido sin amor, quiero invitaros a todos a crecer en humanidad, a poner
como prioridad absoluta los valores del espíritu, a transformaros en “hombres
nuevos”, reconociendo y aceptando cada vez más la presencia de Dios en vuestras
vidas, la presencia de un Dios que es Amor; un Padre que nos ama a cada uno
desde toda la eternidad, que nos ha creado por amor y que tanto nos ha amado
hasta entregar a su Hijo Unigénito para perdonar nuestros pecados, para
reconciliarnos con El, para vivir con El una comunión de amor que no terminará
jamás.”
(del
Mensaje del Santo Padre Juan Pablo II para la II Jornada Mundial de la Juventud
en Buenos Aires)
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