“Por consiguiente, en primer lugar, debéis proponer las virtudes humanas fundamentales, sobre las que se edifica concretamente el ser humano: prudencia, justicia, fortaleza y templanza: «Las virtudes humanas —dice el Catecismo de la Iglesia católica— son actitudes firmes, disposiciones estables, perfecciones habituales del entendimiento y de la voluntad que regulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones y guían nuestra conducta según la razón y la fe. Proporcionan facilidad, dominio y gozo para llevar una vida moralmente buena. El hombre virtuoso es el que practica libremente el bien» (Catecismo de la Iglesia católica, n. 1804).”
(del discurso del Beato Juan Pablo II a los participantes en el Congreso de la Asociación Italiana de Maestros Católicos - Viernes 22 de enero de 1993)
(del discurso del Beato Juan Pablo II a los participantes en el Congreso de la Asociación Italiana de Maestros Católicos - Viernes 22 de enero de 1993)
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