(…) Nadie ignora que estos tiempos favorecen menos los estudios latinos, puesto que los hombres actuales son más propensos a las artes técnicas y dan más importancia a las lenguas vulgares. (…) el latín es una lengua universal que traspasa las fronteras de las naciones (…) el Concilio Vaticano II, con toda razón, advirtió a los alumnos de los seminarios: «Adquieran el conocimiento de la lengua latina, para que puedan entender las fuentes de no pocas ciencias y los documentos de la Iglesia» (Optatam totius, 13).
Así, pues, nos dirigimos principalmente a los
jóvenes, quienes en este tiempo en el qué, como es sabido, los estudios de
latín y humanidades están poco valorados en muchas partes, conviene que reciban
gozosos este patrimonio del latín, que tanto estima la Iglesia, y lo hagan
fructificar activamente. Sepan que este axioma de Cicerón, en cierto modo, se
refiere a ellos: «No es tan admirable saber latín, como vergonzoso ignorarlo» (Brutus,
37, 140).
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