viernes, 3 de mayo de 2024

La vocación religiosa – las fuentes

 

La vocación religiosa es un gran problema de la Iglesia de nuestro tiempo. Precisamente por esto es necesario, ante todo, reafirmar con fuerza que ella pertenece a la plenitud espiritual que el mismo Espíritu —espíritu de Cristo— suscita y forja en el Pueblo de Dios. Sin las Órdenes religiosas, sin la "vida consagrada", por medio de los votos de castidad, pobreza y obediencia, la Iglesia no sería en plenitud ella misma. Los religiosos, en efecto, "con la misma naturaleza de su ser, se sitúan dentro del dinamismo de la Iglesia, sedienta de lo Absoluto de Dios, llamada a la santidad. Ellos son testigos de esta santidad. Encarnan a la Iglesia en cuanto deseosa de entregarse al radicalismo de las bienaventuranzas. Con su vida son signo de la total disponibilidad para con Dios, para con la Iglesia y para con los hermanos" (Evangelii nuntiandi, 69). Aceptando este axioma, debemos preguntarnos, con toda perspicacia, cómo debe ser ayudada hoy la vocación religiosa para tomar conciencia de sí misma y para madurar cómo debe "funcionar" la vida religiosa en el conjunto de la vida de la Iglesia contemporánea. Siempre estamos buscando —y con toda razón— una respuesta a esta pregunta. La encontramos:

a) en las enseñanzas del Concilio Vaticano II;

b) en la Exhortación Evangelii nuntiandi;

c) en las numerosas declaraciones de los Pontífices, de los Sínodos y de las Conferencias Episcopales.

(Del discurso de JuanPablo II a los superiores generales de órdenes y congregaciones religiosas – 24 denoviembre de 1978)

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