El Adviento quiere decir,
ante todo, venida. Y esto lo sabéis incluso los más pequeños que me
escucháis, y recordáis bien la venida de Jesús la noche de Navidad en una gruta
que se utilizaba para establo. Pero vosotros los jóvenes ya mayores, que seguís
estudios superiores, os planteáis preguntas para ahondar cada vez más en la
realidad fascinadora del cristianismo que es el Adviento. Resumiendo en pocas
palabras lo que diré con más extensión en la segunda audiencia de esta mañana,
el Adviento es la historia de las relaciones primeras entre Dios y el hombre.
Apenas torna conciencia de su vocación sobrenatural el cristiano, recoge en su
propia alma el misterio de la venida de Dios, y de esta realidad su corazón
recibe constantemente impulso y vida, puesto que esta realidad no es otra cosa
sino la misma vida del cristianismo.
Para comprender mejor el papel de Dios y del
hombre en el misterio del Adviento, debernos volver a la primera página de la
Sagrada Escritura, al Génesis, donde leemos estas palabras: "Beresit
bara: Al principio creó Dios". Él, Dios, crea, "da comienzo"
a todo lo que no es Dios, es decir, al mundo visible e invisible (según el
Génesis, el cielo y la tierra). En este contexto el verbo "crea"
manifiesta la plenitud del ser de Dios que se revela como Omnipotencia, que es
Sabiduría y Amor a un tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario