sábado, 4 de octubre de 2025

«Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a los sabios y discretos y las revelaste a los pequeñuelos» (Mt 11,25).

 

Venimos aquí, queridos hermanos, para repetir con Cristo el Señor estas palabras, para «alabar al Padre»;

-- venimos para alabarlo con motivo de lo que Él ha revelado, hace ocho siglos, a un Pequeño, al Pobrecillo de Asís;

-- las cosas del cielo y de la tierra, que los filósofos «no habían ni siquiera soñado»;

-- las cosas escondidas a quienes son «sabios» sólo humanamente, y sólo humanamente «inteligentes»;

-- estas «cosas» el Padre, el Señor del cielo y de la tierra, las ha revelado a Francisco y por medio de Francisco.

Por medio de Francisco de Pietro di Bernardone, es decir, el hijo de un rico comerciante de Asís, que abandonó toda la heredad del padre terreno y se desposó con «Madonna Povertà», la heredad del Padre celestial, que le era ofrecida en Cristo crucificado y resucitado.

(Visitaapostólica del Papa Juan Pablo II a Asís en el VIII Centenario de nacimiento desan Francisco) 

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