La
gracia es una realidad interior. Es una pulsación misteriosa de la vida divina
en las almas humanas. Es un ritmo interior de la intimidad de Dios con nosotros,
y por lo tanto también de nuestra intimidad con Dios. Es la fuente de todo
verdadero bien en nuestra vida. Y es el fundamento del bien que no pasa. Mediante
la gracia vivimos ya en Dios, en la unidad del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo, aunque nuestra vida se desarrolle aún en este mundo. La gracia
da valor sobrenatural a cada vida, aunque esta vida sea, humanamente y según
los criterios de la temporalidad. muy pobre, no llamativa y difícil.
Es necesario, pues, agradecer hoy cada una de las gracias de Dios que ha sido comunicada a cualquier hombre: no sólo a cada uno de nosotros aquí presentes, sino a cada uno de nuestros hermanos y hermanas en todas las partes de la tierra.
De este
modo nuestro himno de acción de gracias unido al último día del año, que está
para acabar, se convertirá como en una gran síntesis. En esta síntesis estará
presente toda la Iglesia, porque ella es, como nos enseña el Concilio, un
sacramento de la salvación humana (cf. Constitución dogmática Lumen
gentium, 1, 1).
FELIZ Y FRUCTIFERO AÑO 2026 A TODOS
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