“"Yo estaré con vosotros siempre,
hasta la consumación del mundo" (Mt 28, 20). Esta promesa que,
paradójicamente, Jesús hizo a sus discípulos en el mismo momento en que los
estaba dejando, se realiza de manera particular en el sacramento de la
Eucaristía. Bajo los signos sensibles del pan y del vino, Jesús se hace
presente en un lugar y en un tiempo determinado consintiendo a todo ser humano
cualquiera que sea el sitio en que se halle y la época histórica a la que
pertenezca, establecer contacto personal con él.”
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