En el "protoevangelio" en cierto sentido Cristo
es anunciado por primera vez como "el nuevo Adán" (cf. 1 Cor
15, 45). Más aún, su victoria sobre el pecado obtenida mediante la
"obediencia hasta la muerte de cruz" (cf. Fil 2, 8),
comportará una abundancia tal de perdón y de gracia salvífica que superará
desmesuradamente el mal del primer pecado y de todos los pecados de los hombres.
Escribe también San Pablo: "Si por la culpa de uno murieron todos, mucho
más, gracias a un solo hombre, Jesucristo, la benevolencia y el don de Dios
desbordaron sobre todos" (Rom 5, 15).
Incluso sin dejar el terreno del "protoevangelio",
se puede descubrir que en la suerte del hombre caído (status naturae lapsae)
se introduce ya la perspectiva de la futura redención (status naturae
redemptae)”
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